viernes, 27 de abril de 2012

Los verdaderos amigos.

Estuve haciendo una reflexión de cómo nos hacemos amigos unos de otros y que es lo que pasa que con el tiempo esas amistades desaparecen, creo que en algunos casos es la distancia física: porque nos cambiamos de casa, de colonia , de ciudad, de país, y entonces el no ver a la persona tan seguido hace que la amistad se diluya, pero en otros casos, lo que sucede tiene que ver con los prejuicios y en este caso, me parece que es triste.

Miramos a las personas que nos rodean sin poder evitar que nos atraigan o no en un primer momento en base a su apariencia física. Y luego surgen otras cosas como la voz, sus expresiones, lo que piensan, el contenido de sus mensajes, sus valores, su forma de vivir, sus hobbies, sus parejas, su familia, sus aficiones, sus profesiones… todos tenemos nuestras preferencias.
Estas preferencias que cada uno tenemos, con el tiempo en algunos casos se vuelven inflexibles y dan forma a los prejuicios y los prejuicios son injustos. Porque se dictamina lo que es hermoso y lo que no lo es, lo que esta bien y lo que esta mal, lo que es aceptado y lo que no lo es. Y compartir estas creencias hace que te conviertas en amigos, que formes parte del grupo, en una primera instancia no lo sabes, no lo tienes claro, estas en este grupo, te sientes aceptado, crees que estas ahí porque tus amigos son los que mas te conocen y los que te aceptan de manera incondicional y muchas veces así es, pero muchas otras es porque compartes los mismos prejuicios.

Si y por algún motivo transgredes alguno de estos prejuicios quedas excluido del grupo, eres cuestionado y mal visto ya que lo que te unía era precisamente eso, no la aceptación incondicional de tu persona.

La verdadera amistad es aquella que comparte y es testigo de tu vida, que celebra tus triunfos y no juzga tus fracasos. Que no te condiciona para acompañarte y que nunca se siente avergonzada de tu compañía, ni de decirse tu amigo.
 Hoy desayune con verdaderas amigas Gracias Susy, Maty, Vero y Paty… las quiero!

lunes, 23 de abril de 2012

¿Donde me perdí?

Cuando un bebé nace lo primero que los padres intentan es comunicarse con él, utilizan todos los recursos que tienen, sus ojos, sus manos, su voz, le cantan, lo arrullan, lo miran, lo acarician, le sonríen y comienzan a interpretar todos y cada uno de sus movimientos, gestos y ruiditos, con el único objetivo de entenderlo y darse a entender, con el único fin de entrar y dejar entrar a ese pequeñito a su mundo.
Queremos que explore su mundo y queremos que conozca el nuestro, queremos entenderlo y que nos entienda, queremos comunicarnos y que se comunique con nosotros, queremos que hable nuestro idioma y queremos hablar el suyo y nos fascina darnos cuenta de que esto sucede, cuando esos ojitos se abren y sabemos que sí nos entendió nos llenamos de felicidad, sonreímos y sonríe con nosotros, nos sentimos satisfechos, plenos, nos sentimos triunfadores.
Saber que sí pudimos establecer un puente de comunicación con nuestro bebé es una de las mayores satisfacciones que podemos sentir.
¿Que nos pasa con los años? ¿Por que se nos olvida comunicarnos? ¿Por que de repente ya no nos parece tan importante?
De repente es más importante, que tengan valores, que saquen buenas calificaciones, que se vistan como nosotros queremos, que hablen bien, que no suban los codos a la mesa, que no se pinten el pelo de colores, que no se pongan esas mini faldas o esos pantalones a la cadera, que estudien esta carrera, que no se junten con estos amigos, etc. etc. etc.
Pero de establecer puentes de comunicación ya ni hablamos, de preocuparnos por entender su mundo y de que entiendan el nuestro ya no nos importa. De verlos a los ojos y buscar saber lo que nuestros hijos están sintiendo y si de verdad nos están entendiendo ya no tenemos tiempo.
¿Cuando nos volvimos tan ocupados como para olvidarnos de lo realmente importante? Creo que nos olvidamos de conservar y cultivar lo primero, los puentes de comunicación, mantenerlos limpios, sin obstáculos, libres al paso, con luz y llenos de ganas de cruzarlos a como de lugar, con paciencia y tiempo.
Todo lo demás es "Pan comido" es cosa de negociación y acuerdos es cosa del día a día, mientras exista comunicación lo demás lo podrán resolver en familia.